José Antonio Triano
Mi familia proviene de un pequeño pueblo al norte de la provincia de Huelva situado en el inicio de Sierra Morena, cordillera de 400 km que recorre la mayor parte del norte de Andalucía.
Mis primeros recuerdos en el olivar me llevan a la temporada de recolección cuando íbamos con toda la familia y yo, con 5 años, me quedaba dormido entre los aparejos de “Mirla” y “Tuerto” (nuestros dos burros). La ayuda que brindaban estos animales es incalculable, así como su lealtad. Eran dos miembros más de la familia.
Decidí irme a la ciudad a estudiar ingeniero técnico agrícola con el propósito de regresar con conocimientos y poder aplicarlos a la explotación. Por problemas familiares, a pocos meses antes de terminar la universidad, tuve que regresar al pueblo para con 24 años tomar las riendas del olivar.
Después de media vida en él, puedo decir que la frase que mejor representa mi sentimiento por el campo es aquella de: “contigo porque me matas, sin ti porque me muero”. Vivir del campo a pequeña escala es muy difícil por lo poco rentable que es y siempre lo he tenido que compaginar con otros trabajos. Aún así no imagino una vida sin él ya que es una de mis mayores fuentes de satisfacción y relajación.
La oportunidad que me brinda GOURE es dar a conocer mi producto a consumidores interesados en las personas, el entorno y la actividad tradicional que hay detrás de cada botella de aceite de oliva virgen extra que elaboramos.
La Bandada
Nuestro olivar está compuesto por olivos de la variedad morisca. Este tipo de olivos es tradicionalmente apreciado por el gran tamaño de sus aceitunas (pueden superar los 7 gramos). La aceituna tiene un color negro intenso al madurar y su forma, alargada con pico (pezón), recuerda a la bellota.
Diferentes estudios confirman que la variedad fue introducida durante la conquista musulmana de la península ibérica (siglo XI). De modo que cuando decimos que nuestros olivos son centenarios, queremos decir que ¡nuestros olivos tienen más de 700 o 800 años! 😮
Aunque puede parecer que son demasiado viejos, la realidad es que la vida productiva de un olivo es de más de 1.500 años.
Nuestros olivos se caracterizan por ser muy vegetativos, es decir, muy propensos al nacimiento de nuevos tallos y ramas, lo que requiere estar muy pendientes a su mantenimiento, de lo contrario el olivo crece muy rápido y no logra desarrollar óptimamente el fruto. Asimismo, son olivos veceros cuya producción es muy alternante, (un año mucho, otro año poco). La campaña de 2022-23 no duró apenas un mes. En ella apenas llegamos a recolectar 8 mil kilos de aceitunas 🙁. Pero esta campaña (2023-24) estamos muy contentos. ¡Solamente en Noviembre hemos recolectado 10 mil kilos de aceitunas! Si el tiempo y las fuerzas nos acompañan esperamos recolectar alrededor de 35 mil kilos.
La mayoría del olivar está orientado hacia el sur situándose en zonas de solano. Estas zonas son aquellas donde más da el sol. Esto hace que las aceitunas carezcan de humedad y acidez lo que nos da un aceite de oliva de escaso amargor.
En un año bueno, que ocurre cada 4 o 5 años, podemos llegar a recolectar manualmente entre 30 y 35 mil kilos de aceituna. En total contamos con alrededor de 3.000 olivos centenarios de montaña.
La recolección de la aceituna se lleva a cabo entre los meses de noviembre a enero. En ella participa toda la familia y diferentes trabajadores que empleamos durante la temporada. Toda la recolección se lleva a cabo de forma manual con varas (palos largos y delgados) y mantas. Las varas sirven para golpear y zarandear el árbol mientras que las mantas están situadas en el suelo y es donde cae la aceituna. La variedad morisca tiene alta resistencia al desprendimiento, lo que hace más difícil si cabe su recolección.
Una vez terminada la temporada de recolección, normalmente sobre el mes de enero, las ovejas entran en el olivar y se alimentan de los ramones de olivo que son podados y de la poca hierba que queda. En primavera, el rebaño lo disfruta en el olivar rotando de parcela en parcela y pastoreando la abundante hierba fresca. Después del verano, la oveja vuelve al olivar para dejar limpio de hierbas el terreno antes de la temporada de recolección. El rebaño es sin duda el mejor herbicida y pesticida que conocemos. Esta práctica tradicional se ha llevado a cabo desde siempre. Así lo aprendimos de nuestros mayores y así lo transmitimos a nuestros hijos.
La Biodiversidad
Nuestra finca es una explotación familiar minifundista dividida en pequeñas parcelas que hemos ido heredando y comprando a lo largo de los años. La superficie total de todas las parcelas es aproximadamente de 30 hectáreas.
Una de las cualidades de la explotación es la gran biodiversidad que alberga. Podemos encontrar zonas donde el olivo cohabita con encinas e higueras, otras donde lo hace con alcornoque y otras donde el olivar desaparece debido al espesor del monte. Esta singularidad hace que nuestro olivar sea muy especial para la fauna tanto doméstica como silvestre.
Las higueras juegan un papel fundamental ya que sirven de alimento a nuestro rebaño de ovejas. En cuanto a la fauna silvestre, el olivar cobra especial relevancia para las aves migratorias que encuentran en él refugio y cobijo durante gran parte del año.