Antonio Jesús Romero
Mi interés por la ganadería viene de familia. Mis abuelos, tanto paternos como maternos, ya se dedicaban a la cría del cerdo ibérico hace más de 80 años. Esta actividad tradicional está muy arraigada en el pueblo de dónde vengo, Hinojales, y en la de todos los municipios que integran el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche dentro de la provincia de Huelva (Andalucía). Seguramente el municipio más conocido por ello sea Jabugo que se sitúa a escasos 15km de nuestra finca.
Trabajar en el campo ha sido siempre un oficio muy sacrificado. Por suerte mis padres pudieron elegir y decidieron no dedicarse a ello. No obstante, a mí siempre me gustó el campo y desde joven, ya sea estudiando en la universidad o trabajando en la ciudad, siempre tuve una pequeña piara de cerdos que mantenían viva la unión con mis orígenes.
Mi sueño siempre fue poder elaborar mis propios productos y retomar la actividad de mis abuelos. No fue hasta 2012 cuando renuncié al puesto de gerente en una gran empresa porcina para volver al pueblo y, junto con mi mujer Isabel, dar nacimiento a nuestro proyecto familiar: La Última Dehesa.
El producto que elaboramos parte de nuestra tradición familiar y de mi experiencia profesional, tanto en la elaboración como en el trabajo en el campo. Nuestro objetivo ha sido siempre conseguir la mayor calidad posible respetando los tiempos de la naturaleza y cuidando el entorno en el que vivimos. De esta mezcla de tradición, experiencia e investigación nace el producto que estamos ofreciendo hoy en día.
La empresa siempre ha sido familiar. Empezamos trabajando mi mujer Isabel y yo, pero conforme hemos ido creciendo y ganando la confianza de nuestros clientes, la “familia” de La Última Dehesa ha ido creciendo hasta las 6 personas que somos ahora. Todos comparten nuestra pasión.
La Última Dehesa
Nuestra finca se sitúa en el Parque natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, más concretamente en el término municipal de Hinojales.
Este pequeño municipio de 300 habitantes se ubica entre la difusa raya que separa Andalucía y Extremadura y está rodeado por dehesas llenas de encinas y alcornoques longevos, que en otoño sirven con sus bellotas de alimento para el cerdo ibérico.
Toda mi familia tiene raíces sólidas en Hinojales y siento que su historia y cultura corren por mis venas. Es un orgullo para mí ver el crecimiento y desarrollo de nuestra producción con la ayuda de mi familia y dar a conocer un pedazo de nuestra tierra en todo el mundo.
El tamaño total de todas las parcelas que componen nuestra finca supera las 70 hectáreas. La mayoría proceden de la herencia de mis abuelos a las que se les han ido sumando otras que fueron comprando mis padres, siempre por la misma zona, intentando unificarlas hasta formar la finca que tenemos hoy en día, Los Carneros.
Los Carneros es atravesada de norte a sur por un riachuelo que nutre a la finca de agua durante todo el año. Esto es fundamental para el animal, ya que no solo la necesita para su consumo sino para refrescarse y estar cómodo en épocas de calor como el verano donde las temperaturas pueden llegar a superar los 40 grados.
La tierra de nuestra finca se caracteriza por ser muy fértil lo que les proporciona a nuestros cerdos hierba en abundancia para pastar. Que los animales dispongan de pasto durante todo el año es muy importante ya que esta hierba que consumen les proporciona antioxidantes naturales como la vitamina E que son muy importantes en la curación y maduración de nuestros productos.
Es fundamental para nosotros que los cerdos se críen en libertad y se alimenten de lo que encuentran en la dehesa (hierbas, insectos, semillas etc.) Uno de sus principales alimentos es la bellota que se encuentra disponible en el periodo de montanera (desde finales de noviembre a mediados de febrero), en este momento la bellota se cae de la encina o del alcornoque y es cuando está disponible para que los cerdos se alimenten de ella.
Siempre hemos realizado una ganadería en libertad. Tratar bien a los animales, preocuparse por su confort y por qué tengan una buena alimentación se transmite siempre en la calidad del producto final. Un animal que ha tenido una vida encerrado en espacios reducidos, con miedo y estrés y alimentado con pienso tiene una carne mucho más dura y con peor sabor.
El Cerdo y La Dehesa
Al vivir los cerdos en libertad no tenemos que preocuparnos de problemas como la acumulación de purines y desechos de los animales ya que estos se quedan en el campo y juegan un papel fundamental en la fertilización del terreno. No obstante, tenemos muy en cuenta la densidad del ganado y es por ello que limitamos el número de cerdos en nuestra finca para que no se produzca una degradación y erosión de la dehesa que podría llegar a desertificar nuestro entorno y paisaje.
Actualmente el mayor problema que encontramos en nuestra dehesa está relacionado con las encinas, el principal árbol de nuestra finca. Cada vez en mayor medida nuestras encinas están sufriendo la enfermedad conocida como “la seca de la encina”. Esta enfermedad es causada por un grupo de hongos de suelo que se introducen en el sistema vascular de la planta y provocan su muerte. Para que una encina sana empiece a enfermar es preciso que se produzca una alteración de su hábitat. Al reducirse las lluvias las encinas se encuentran cada vez más estresadas por la falta de agua y las hace más susceptibles a ser afectadas por esta enfermedad.
De momento nuestras encinas están aguantando, pero aún no hay una solución a nivel global para este problema.